Autora: Alicia Mª González Céspedes.
Investigadora de la Estación Experimental Cajamar. Fundación Cajamar.
La agricultura hortofrutícola andaluza, puede contribuir al desarrollo de un nuevo modelo económico basado en un uso más sostenible y eficiente de los recursos, según la estrategia Andaluza de Bioeconomía y basándonos en los pilares básicos de esta estrategia.
Según la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Rural de la Junta de Andalucía (2021), hay unas 36.986 hectáreas de invernaderos dedicadas a la producción de hortalizas, planta ornamental y flor cortada, en Andalucía, de las que 32.827 ha se encuentran en la provincia de Almería. La mayor parte de esta superficie invernada está dedicada a la producción de hortalizas, principalmente tomate, pimiento, melón, fresa y fresón, pepino, judía verde, sandía, calabacín, berenjena y lechuga, mientras que una pequeña parte está destinada a la producción de flores y plantas ornamentales. Almería representa el 85% de la producción total andaluza y el 60% de la producción en España, con una cantidad de 3.509.459 toneladas y un valor de comercialización de 2.295,5 millones de euros (Informe Campaña Cajamar, 2021). La calidad y seguridad alimentaria de la producción de Almería es muy elevada, especialmente debido a la implantación de la técnica del control biológico de plagas. La provincia tiene en cultivo unas 26.400 hectáreas con métodos de control biológico y producción integrada, lo que significa que Almería sigue a la vanguardia española y europea en producción respetuosa con el medio ambiente, sana, segura y al gusto de los consumidores más exigentes.
La gestión de los diferentes residuos es muy importante y la mayor responsabilidad recae en el productor o agricultor, pero también en las administraciones y la sociedad en su conjunto.
La producción hortícola bajo invernadero genera principalmente dos tipos de residuos: los de origen orgánico, generados una vez retirado el cultivo al finalizar (restos vegetales) y los de origen inorgánico, propios de la actividad productiva (residuos plásticos, metálicos, cartón…).
El problema de los restos vegetales y de frutos en el sector hortícola es que su producción está muy concentrada en el tiempo y por otro lado su composición no siempre facilita la gestión como residuo, debido al elevado contenido en humedad, restos de rafias y alambres, etc. Esta estacionalidad y heterogeneidad hace que estos residuos sean difíciles de gestionar. En Andalucía ya se cuenta con ocho plantas de tratamiento, además de una red de transportistas autorizados (Estrategia de gestión de residuos de Andalucía).
La producción de hortícolas en invernadero implica el levantamiento del cultivo al final de la campaña (en mayo y junio) y tras el ciclo de otoño (enero a marzo), la realización de dos ciclos de cultivo conlleva la generación de un gran volumen de restos vegetales en dos épocas del año, lo que provoca problemas de gestión en aquellas zonas donde existe una alta concentración de este tipo de producción, como puede ser la zona del Campo de Dalías-El Ejido.
Los restos vegetales generados en la explotación pueden reutilizarse de varias formas, una manera es de modo directo, sin sufrir ningún tipo de tratamiento, o un simple triturado, incorporándose directamente al suelo, como un abono en verde, esto puede suponer ciertas limitaciones en el caso de cultivos en enarenado, y también como alimentación al ganado.
Los restos vegetales también se pueden aprovechar de modo indirecto, en los que hay transformación de la materia; físicas, la combustión para obtener energía, químicas, para la fabricación de pasta de papel y biológicas, para la obtención de biogás, compost, proteínas o compuestos microbianos.
Debido a la escasez y pobreza de materia orgánica en los suelos de la zona, el aprovechamiento de los restos mediante compostaje o abonado en verde puede ser de gran interés para mejorar la calidad de los suelos.
El compostaje de los residuos orgánicos generados por las explotaciones agrícolas permite el reciclado y aprovechamiento de los mismos, reduciendo su volumen y puede utilizarse con fines agrícolas, recuperándose y aprovechándose así la materia orgánica y los nutrientes contenidos en dichos residuos (Figura 1). El compostaje se define como un proceso biooxidativo controlado, que se desarrolla sobre sustratos orgánicos heterogéneos en estado sólido por la acción de los microorganismos. Implica el paso a través de una etapa termofílica y una producción temporal de fitotoxinas, generándose como resultado de la biodegradación dióxido de carbono, agua, minerales y un producto final, llamado compost, con una materia orgánica estabilizada, libre de compuestos fitotóxicos y patógenos y con ciertas características húmicas (Zucconi y de Bertoldi, 1987).
Figura 1.- El compostaje de los residuos orgánicos generados por las explotaciones agrícolas permite el reciclado y aprovechamiento de los mismos.
Los objetivos principales del proceso de compostaje son: la estabilización de la materia orgánica y la higienización, para la eliminación de patógenos y de malas hierbas de los materiales a compostar, de modo que el uso agrícola del producto final obtenido no comporte efectos negativos.
En el procesado del compost, los residuos vegetales sufren transformaciones debidas a la actividad de los microorganismos (principalmente bacterias y hongos) presentes de forma natural en estos residuos. Durante este proceso se generan por percolación lixiviados (Figura 2). Los lixiviados de restos vegetales son líquidos que drenan como producto de la descomposición anaerobia de la fracción orgánica de estos vegetales, junto al agua aportada y el agua de lluvia y contienen compuestos orgánicos e inorgánicos.
La selección de los materiales a compostar influye en la calidad y propiedades del compost resultante.
Solo en Almería se generan al año más de 1 millón de toneladas de residuos vegetales, aunque esta cifra es aproximada, los cuales contienen más de un 80% de humedad que en gran parte se evapora, pero el resto se desprende en forma de lixiviados. Actualmente no existe una alternativa viable para el uso de estos lixiviados, los cuales en parte son incorporados en la producción de compost, y el resto se almacena en balsas para su evaporación natural, siendo muy minoritario el reúso como fertilizante.
Figura 2.-Los residuos vegetales que se generan en los cultivos bajo plástico, así como los lixiviados que se producen durante su gestión, los cuales no tienen actualmente un proceso de aprovechamiento o gestión adecuado. (Imagen lixiviados de Derichebourgespana).
En el suelo se encuentra la mayor diversidad de organismos del planeta. Todos estos organismos juegan un papel fundamental a la hora de mejorar la fertilidad del suelo, degradar la materia orgánica muerta, controlar plagas, etc. Esta biodiversidad puede beneficiar a la agricultura y llevan a un nuevo concepto, la intensificación ecológica, donde la biodiversidad del suelo y sus funciones serían muy importantes para mejorar la sostenibilidad de la agricultura. Un mayor contenido y diversidad de hongos microscópicos (como micorrizas), bacterias e invertebrados pueden aumentar la productividad de las plantas en agrosistemas y ecosistemas naturales y convertirse así en los mejores aliados de los agricultores.
El suelo tiene una gran capacidad para retener carbono, por lo que tiene una gran capacidad de influenciar sobre el clima. Este carbono es un alimento clave para bacterias, hongos y otros microorganismos, cuya diversidad y abundancia resulta fundamental para retenerlo en el suelo en forma de compuestos orgánicos, evitar que pase a la atmósfera en forma de CO2 y mejorar además la estructura y fertilidad del suelo.
El conocimiento de las técnicas de intensificación ecológica en la agricultura está todavía en una fase inicial.
Actualmente el abonado en verde o incorporar los restos vegetales al suelo es cada vez mayor, sobre todo en cultivos como el pimiento, y principalmente en terrenos sin enarenado. Al finalizar el cultivo, se quita la rafia y se deja las plantas de pimiento en el suelo, cuando no hay arena, y con un tractor por ejemplo con un molino de martillos se trituran sobre el mismo suelo los restos vegetales, después se incorporan al suelo con un arado superficial (Figura 3). En el caso de fincas con enarenado, los agricultores lo mezclan con el mismo, perdiendo así la funcionalidad del enarenado. También se está aplicando en otros cultivos como el tomate y otras cucurbitáceas, si bien el melón y la sandía suelen destinarse a alimentación del ganado.
Figura 3.- Picado de los restos vegetales sobre el terreno de cultivo.
Para solucionar el tema de la problemática de la rafia, se están estudiando soluciones alternativas, como el uso de rafias biodegradables o compostables. Estas rafias son más caras ya que no se usan de modo generalizado. No obstante, hay plantas de tratamiento de residuos orgánicos que ofrecen tarifas más económicas para los restos vegetales con este tipo de rafia.
En la Estación Experimental de Cajamar Las Palmerillas, se realizó una serie de ensayos, en tres invernaderos experimentales, donde cada en cada uno de ellos se hicieron tres técnicas de manejo del suelo. En uno, se trituro los restos del cultivo de pimiento anterior y se añadió compost, se labró hasta 40 cm de profundidad, mezclando la arena con el suelo, quedando el suelo homogéneo. En el segundo invernadero se incorporó compost mediante retranqueo, para luego realizar un labrado más superficial, hasta unos 15 cm con rotovator. El tercer invernadero sirve de testigo, con un enarenado y las aportaciones de fertilizantes ‘convencionales’. A lo largo de toda la campaña, se miden las concentraciones de nutrientes en suelo y la respuesta de un cultivo de pimiento. El riego y las aportaciones extra de fertilizantes se calculan con modelos que estiman las cantidades de agua y nutrientes que necesitan las plantas, diseñados por Las Palmerillas (PrHo) y la UAL (VegSyst).
La estructura del suelo mejoró, con mayor porosidad, lo que favoreció mayor desarrollo radicular en profundidad y trasversalmente, hubo menores perdidas de nitratos por lixiviación y la actividad de los microorganismos fue mayor en los tratamientos con aporte de materia orgánica respecto al tratamiento control. La producción de pimiento final fue menor en el tratamiento con restos vegetales, pero no en producción de primera calidad que fue igual en los tres tratamientos.
Uno de los inconvenientes de incorporar al suelo los restos vegetales frescos es el incremento de la conductividad eléctrica, debido a la degradación rápida de las plantas trituradas. Los aportes de fertilizantes fueron menores respecto al tratamiento control. En cultivos al aire libre la acumulación de sales no genera un problema, ya que las lluvias suelen lavar los suelos y eliminar las sales por lixiviación. El efecto negativo de la sal también depende mucho del agua de riego. En cuanto el agua disponible tenga una conductividad baja, si el agua es de buena calidad no se acumularán tan rápidamente.
Figura 4.- Restos vegetales incorporados al suelo del invernadero.
El uso de compost y restos vegetales en agricultura posibilita la sustitución de un abono mineral de síntesis por uno orgánico. Los compost contienen elementos fertilizantes en proporción baja respecto a los fertilizantes minerales de síntesis, pero con un alto contenido en materia orgánica. Esto supone múltiples ventajas en la aplicación agrícola ya que contribuye a la mejora del medio edáfico (propiedades físicas, químicas y biológicas), hecho imprescindible para garantizar la sostenibilidad de los sistemas agrícolas; además aumenta la capacidad de retención de agua.
Además, tanto el abonado en verde como el compostaje son dos actividades que se podrían realizar por el propio agricultor, aparte del compostaje que se realiza en los grandes centros dedicados a la reutilización de estos restos vegetales. La limitación principal en cualquiera de las dos actividades es la retirada de la rafia del cultivo. Las ventajas de la realización por el propio agricultor sería que él mismo controla la calidad de la materia prima que está introduciendo en su cultivo, que conoce si hay o ha habido alguna enfermedad en dichos residuos y las materias activas que ha aplicado en el cultivo cuyos restos quiere aprovechar.
Estas actividades no son sustitutivas definitivas del abonado tradicional ni de la fertilización del cultivo, pero enriquecen el suelo, permitiendo con el tiempo reducir la necesidad de insumos y ofreciendo una mejor calidad del suelo en diferentes aspectos del mismo.
Según publicaciones, los residuos inorgánicos que se generan en explotaciones en invernaderos suponen más de 93.000 toneladas anuales, de ellos los más relevantes son los que proceden del mantenimiento de las estructuras de los invernaderos seguidos de los plásticos con más de 35.000 Tm, principalmente plásticos de cubierta, acolchado, solarización, rafia y tuberías de riego.
El 95% de los plásticos generados anualmente por los invernaderos en las provincias de Almería y Granada se reciclan, pero a partir del 2018 debido a la decisión de China de no importar plásticos que tengan más de un 5% de impurezas, esta situación se complicó.
Es importante desarrollar estrategias específicas que permitan establecer procedimientos claros y sencillos para la correcta gestión de todos los residuos, y que además permitan su valorización, considerando su entrada en una bioeconomía circular y ajustándose a la nueva Ley 7/2022.
En 2022 salió la nueva Ley de residuos y suelos contaminados para una economía circular (Ley 7/2022 8 abril de 2022). Esta nueva ley que sustituye a la de 2011, tiene por objetivo reducir al mínimo los efectos negativos de la generación y gestión de los residuos en la salud humana y el medio ambiente, deben estar en consonancia con los principios que rigen la economía circular, haciendo un uso eficiente de los recursos, con una apuesta estratégica decidida del conjunto de las administraciones públicas, así como la implicación y compromiso del conjunto de los agentes económicos y sociales.
La correcta gestión de los residuos evita que estos acaben en el medio marino, lo que contribuye positivamente a la consecución de los objetivos enmarcados en las estrategias marinas para la protección y la conservación del medio ambiente marino. La Ley tiene por objeto sentar los principios de la economía circular a través de la legislación básica en materia de residuos, así como contribuir a la lucha contra el cambio climático y proteger el medio marino.
Los residuos que presentan mayor problema de gestionar son los plásticos de solarización, acolchado, manta térmica y dobles techos principalmente.
Estos residuos suelen presentar un alto grado de suciedad y/o humedad, por lo que no son rentables para las empresas gestoras, de tal manera que el agricultor tiene que pagar por su gestión o incluso algunas plantas no los recepcionan si no se entrega debidamente acondicionado o junto al plástico de cubierta. Además, algunas veces el agricultor utiliza un transportista o gestor intermedio al que da sus residuos plásticos, sin recibir un albarán de entrega en planta o sin asegurarse de que se trata de un gestor autorizado.
¿Qué pasa con los envases plásticos de los productos agroquímicos?
Según la Asociación de Organizaciones de productores de frutas y hortalizas de Andalucía (APROA) la mayoría suelen ser gestionados a través de Sistemas Colectivos de Responsabilidad Ampliada del Productor (SCRAPs) como SIGFITO o AEVAE. Sin embargo, hay algunos envases, que no están adheridos a estos SCRAPs, por lo que su gestión también es complicada. También la mala praxis de determinados intermediarios puede provocar que en algunos casos estos residuos se abandonen en ramblas, cauces y en el medio en general, provocando un gran impacto visual, paisajístico y medioambiental. Estas acciones no son generalizadas, pero provocan un gran impacto, no solo medioambiental si no que la imagen del sector queda fuertemente dañada, provocando campañas de desprestigio.
Las recomendaciones que dan desde APROA para una adecuada gestión de los residuos inorgánicos serían:
Colaboración a través de webinar celebrado el 19 de abril de 2022. Fernando del Moral Torres (Universidad de Almería), Juan Bartolomé Escobar (Servicios Medioambientales Las Chozas) y Rosa García (Asociación de Organizaciones de productores de frutas y hortalizas de Andalucía, APROA).
Biomass Research and Development Board (2001). “Fostering the Bioeconomic Revolution in Biobased Product and Bioenergy”. http://infohouse.p2ric.org/ref/37/36210.pdf
Cajamar. Análisis de la campaña hortofrutícola de Almería. Campaña 2020/2021. (2021). Plataforma Tierra. www.plataformatierra.es.
Junta de Andalucía. (2016a). Informe sobre “El Sector Hortofrutícola en Andalucía para su internacionalización”. Extenda, Agencia Andaluza de Promoción Exterior. 248 pg.
Junta de Andalucía. (2016b). Líneas de actuación de las Consejerías de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural y de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio en materia de gestión de restos vegetales en la horticultura de Andalucía. 45 pg.
Junta de Andalucía. (2017). Estrategia Andaluza de Bioeconomía.
Mediterráneo Económico 31 | ISSN: 1698-3726 | ISBN-13: 978-84-95531-89-6 117. La bioeconomía como oportunidad para la economía española. La visión desde el Observatorio de Bieconomía. Publicaciones Cajamar Caja Rural. 2018; pp 95-117.
Ministerio de Economía y Competitividad. 2015. Estrategia Española de Bioeconomía: Horizonte 2030. 45pp.
Ministerio de Economía y Competitividad. 2015. Estrategia Española de Biotecnología: Horizonte 2030. 46pp.
M. Lainez, M. J. Periago, N. Arribas y C. Meneses Lainez, M.; González, J. M.; Aguilar, A. y Vela, C. (2018): «Spanish strategy on bioeconomy: Towards a knowledge based sustainable innovation»; en N Biotechnol. 25(40[Pt A]); pp. 87-95.
OECD International Futures Programme (2006). “The bioeconomy to 2030: designing a policy agenda. Scoping paper”. http://www.oecd.org/futures/long- termtechnologicalsocietalchallenges/ 36887128.pdf.
Secretaría de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación. Ministerio de Economía y Competitividad (2015). “Estrategia Española de Bioeconomía. Horizonte 2030”.
Zucconi, F. and De Bertoldi, M. (1987) Compost Specifications for the Production and Characterization of Compost from Municipal Solid Waste. In: De Bertoldi, M., Ferranti, M.P., L′Hermite, M.P. and Zucconi, F., Eds., Compost: Production, Quality and Use, Elsevier, London, 276-295.
“Este proyecto ha sido subvencionado mediante el Fondo Europeo de Agrícola de Desarrollo Rural (FEADER), por la Junta de Andalucía a través de la Consejería de Agricultura, Pesca, Agua y Desarrollo Rural”